miércoles, 2 de diciembre de 2009

Oscar Brahim & publicidad



El video que vimos el pasado jueves en clase, trata como tema principal: los anuncios publicitarios, que nos invaden a diario; vendiendo productos y servicios a todos los ciudadanos. El protagonista es: Oscar Brahim, un argentino que tiene como trabajo el de un taxista. Cuando no tiene faena, y el tiempo se lo permite, se dedica a transformar los anuncios publicitarios que se va encontrando por las calles de Buenos Aires.
Oscar Brahim es una voz crítica; no deja influenciarse por los poderes políticos y sociales que le envuelven. Sabe ver más allá de lo que venden las pancartas publicitarias, y a la vez, expresa de forma muy grafica y clara la idea que quiere que entendamos. Añade, modifica, pinta y dibuja sobre los anuncios, busca y sabe encontrar la forma de cambiar el significado que quieren dar las grandes empresas con la publicidad.
Nuestro protagonista lleva a cabo una vida normal: tiene un entorno familiar, hijos y mujer, un trabajo, un piso… La gran diferencia entre él y nosotros, es que Oscar Brahim sabe crear arte y modificar los panoramas, él actúa. Tiene su propia forma de manifestarse, de estar en desacuerdo con muchos ítems que nos rodean.
El video, y la historia que se explica en él, está ambientada en Argentina, pero no hace falta cambiar de continente para saber que todos nosotros estamos bombardeaos por anuncios publicitarios: la televisión, la radio, internet, en las farmacias, centros comerciales, paradas de autobús… podemos encontrar publicidad sucia o subliminal, yo diría, innecesaria. No creo que seamos la mayoría, los que sepamos que detrás de esta publicidad hay una estrategia de marketing, unos objetivos empresariales basados en: el máximo beneficio.
Por tanto detecto dos problemas; uno de ellos es: las personas que estamos enteradas de esta problemática no hacemos lo suficiente para que estas fuentes cambien sus anuncios, y por otro lado hay un gran desconocimiento de este hecho. Las personas andamos liadas con nuestras vidas, y creemos, que la publicidad, en general, no nos afecta porque somos capaces de distinguir entre un buen y un mal anuncio. Pero lo cierto es que esta no es la realidad. Los anuncios nos absorben y nos corroen, fomentan el consumismo y nos generan necesidades que no son imprescindibles, aunque nosotros a la hora de comprar veamos los bienes materiales o los servicios como fundamentales en nuestras vidas.
En definitiva, creo que si no podemos generar estos cambios publicitarios al menos tenemos que aprender a ser más críticos, y saber diferencias entre lo que nos conviene y lo que no. Distinguir entre aquellos anuncios que realmente nos pueden ser muy útiles y descartar aquellos que sean con fines lucrativos y manipuladores.

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